Lo dijo Sun Tzu y lo reivindicó Napoleón: si el enemigo es tonto, hay que dejar que se debilite a sí mismo. Con algo de suerte, la guerra no será necesaria.
Y tal cosa aconteció durante las páginas de este libro; sólo que, lamentablemente, más a menudo de lo deseado fueron ambos bandos los que se enredaron en disputas infundadas que no tuvieron producto diferente a la muerte de miles de infortunados.
De manera divertida (aunque cayendo con frecuencia en el lugar común y en la sobre-explotación de recursos literarios) el libro hace un paneo por los conflictos inútiles de la historia de la Humanidad casi hasta el final del siglo XX; sean éstos revoluciones, guerras tradicionales o invasiones.
Los autores no dejan títere con cabeza en este moderno tratado de “lo que no hay que hacer a la hora de caer en guerra”, quedando en ridículo generales, agencias gubernamentales, próceres de la independencia de países americanos o dictadorzuelos, los cuales abundan debido a sus delirios de grandeza que muy pocas veces coinciden con el tamaño y aspiraciones de su nación. Una forma entretenida de recordar que la guerra no es juego de niños, aunque a veces -por lo leído en las instructivas páginas de la Historia de la Incompetencia Militar- lo pareciera.