Sí; yo soy de esas locas que van a trabajar el 2 de enero. Y en este bello día, decidí hacerle un sentido homenaje a Marie Kondo, y organizar bastante a fondo mi oficina.
La verdad es que llevaba dos años sin organizar mi escritorio por física falta de tiempo; y me neurotizaba llegar todos los días a ver la torre de papeles con la que convivía. Juro que eso, además de amenazar con taparme, me bloqueaba la luz.
La peor parte, era que la mayoría de ellos ya estaban clasificados dentro de la torre. No era sino cuestión de encontrar el tiempo necesario para ponerme en la tarea de perforar y archivar cada grupo de papeles en su respectiva carpeta; una tarea que, para mi sorpresa, se reveló bastante agotadora e intensiva en tiempo.
Aún así, la sola reclasificación (como se ve en la foto de arriba) y desintegración de la torre de papeles en primer plano en la foto me tomó toda la tarde de ayer; junto con cuatro bolsas de la trituradora de papel de la oficina llenas de picadillo de pulpa, que fueron a dar al programa de reciclaje de mi edificio de oficinas.
Todo, para que mi escritorio haya terminado luciendo así:
Ya, sólo tengo en el escritorio aquello en lo que estoy trabajando. Espero comenzar y terminar el año en la misma tónica, pues no hay nada que me deprima más que el abuso del papel.
De este ejercicio concluí que tengo un sitio en el infierno de los MIllennial, sólo por el uso del papel…
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