…o, como me gusta decir, reprogramados con fecha flexible.
El día de hoy, debería restar menos de un mes para viajar; y yo debería estar reconfirmando por última vez antes de dejar el viaje en reposo que todo estuviera en su lugar, que los trayectos no fueran a estar traslapados, que los recorridos de los días coincidieran, que los tiempos en cada ciudad fueran los correctos…pero no es así.
En su lugar, estoy revisando que los voucher de reembolso de las aerolíneas estén completos (tanto por el importe como por los trayectos reembolsados) y que los hoteles no me hayan hecho cargos previos a la tarjeta de crédito con anterioridad al viaje familiar de este año que, tristemente, queda cancelado y se mueve para el año entrante.
No obstante, si algo nos ha enseñado 2020 es que siempre en la vida –siempre, y esta no es una excepción- hay más razones para dar las gracias que para estar amargados.
Para empezar, aquí no ha habido nada que lamentar en el marco de una pandemia global. Todos estamos vivos, tenemos salud, tenemos trabajo, hemos mantenido nuestros salarios e ingresos; y antes estamos pensando en cómo proyectarnos para 2021. Sólo por esto, ya hay que dar las gracias a Dios de rodillas, porque esto lo cuenta una minoría privilegiada en América Latina.
Segundo, fue fácil replantear las fechas del viaje, y (fuera por regulación o por amabilidad) pudimos recibir voucher por todos los trayectos, incluidas aerolíneas de bajo costo. Ya contaré con mayor detalle esto, pero en general fue bastante fácil y amable el proceso para todos nosotros. Así que habrá simplemente que usar esos mismos voucher el año entrante, cuando queramos y podamos viajar de nuevo.
Así es, no hay que estar amargados por la cancelación del viaje, hay que estar agradecidos porque no nos cogió la pandema durante el viaje !
Exacto! Te imaginas aquello del regreso en un vuelo humanitario, o la quedadita en un hotel?